Solo el año pasado se publicaron 40 títulos de libros infantiles daneses en Chile. Un grupo de editores nacionales viajó a la tierra de Andersen a conocer las tendencias editoriales y las innovadoras bibliotecas públicas. 

ELENA IRARRÁZABAL S.
Cultura
El Mercurio

Lo nórdico está en boca de todos. En la decoración, en la comida -el Noma de Copenhague ha sido escogido varias veces el mejor restaurante del mundo- y en el concepto de » hygge «, palabra danesa que se ha internacionalizado y que significa algo así como el «bienestar que producen las cosas simples». Es decir, el placer de una conversación a la luz de las velas o de comer un buen trozo de pan artesanal. Y, podríamos agregar, el goce de leer un buen libro ilustrado para niños o jóvenes, área en la que Dinamarca hoy destaca.

«El año pasado se publicaron 40 títulos de libros infantiles daneses aquí en Chile. Después de haber trabajado el tema de literatura infantil en el país y tras haber sido invitados a la Filsa -junto con los otros países nórdicos-, sentimos en Chile una creciente búsqueda de nuevos caminos para la literatura infantil y juvenil, caminos que encajan muy bien con la literatura danesa», explica Trine Danklefsen, consejera de cultura de la Embajada de Dinamarca, que coordinó un viaje para que distintos editores conocieran en terreno este mundo editorial.

Los cinco editores invitados -Esteban Cabezas de Liberalia, Silvia Aguilera de Lom, Julia Navarro de Edebé, Marcela Fuentealba de Saposcat e Isabel Molina de Grafito Ediciones- han publicado en Chile títulos daneses. Según Julia Navarro, «Dinamarca es una de las cunas más relevantes de la literatura infantil y juvenil a nivel universal, y la literatura nórdica, uno de los referentes más importantes y atractivos. (…) En literatura infantil y juvenil, creo que la globalización ha tenido un impacto trascendental a la hora de levantar nuevos referentes, originarios de distintos continentes y enfoques».

Realismo sin tabúes

«Creo en tener muchos libros, mucha variedad», explica Trine Danklefsen sobre la experiencia que ha tenido llevando estos libros a colegios chilenos. El desarrollo de la ilustración es uno de los rasgos predominantes de los libros daneses en sus distintos formatos. «Es una paleta muy variada, que incluye desde dibujos de corte caricaturesco hasta otros más oscuros en su estética», explica Esteban Cabezas.

Otra vertiente importante entre los autores daneses es una literatura infantil de corte realista, que en ocasiones puede parecer algo cruda o dura. «En el caso de Dinamarca, ya Hans Christian Andersen rompió con lo que sus contemporáneos estimaban ‘apto’ para oídos infantiles. En sus cuentos aparecen la muerte, la soledad, el abandono. Porque son parte de la vida. Todos quisiéramos proteger a los niños de sufrir penas, pero la vida no es así. Un libro puede ser una herramienta útil para ayudar a un niño a superar o enfrentar un problema. No hay tabúes en la literatura infantil danesa, tampoco muchos adjetivos. El lenguaje es directo, sin eufemismos, respetuoso con el niño. El humor es otra característica que aparece en muchos libros y muchas veces vemos las cosas ridículas que hacen los adultos, vistos con ojos del niño», señala Danklefsen.

De acuerdo con Esteban Cabezas, «una de sus singularidades es que consideran a los niños como pequeños ciudadanos. Por lo mismo, buena cantidad de sus títulos toca temas complejos. Por ejemplo, las familias disfuncionales, la depresión infantil y la aceptación de los inmigrantes. No es una mayoría de los libros, pero destacan por lo distinto para nuestros cánones. Más que oscura, definiría esta vertiente como realista». «Ellos logran generar un panorama diverso. Dentro de esa diversidad hay líneas que se abren a la experimentación y no temen enfrentar los miedos y tabúes de la sociedad», agrega Silvia Aguilera. Para Julia Navarro, «la depresión infantil y juvenil o la inmigración, en diferentes grados, son temas que tanto Dinamarca como Chile tienen entre dientes».

Bibliotecas con ruido

Las bibliotecas públicas en Dinamarca suelen entregar distintos servicios a la comunidad. «Por ejemplo, realizan renovación de cédulas de identidad, renovación de visas, diferentes trámites civiles, entrega de certificados, entre otros. Esto permite que, tanto daneses como extranjeros, adultos como niños, convivan en la biblioteca desde diferentes intereses y en distintos ámbitos. Al verse rodeados de libros pueden constatar con sus propios ojos el funcionamiento ‘poco tradicional’ que tiene la biblioteca», relata Trine Danklefsen.

«Son lugares muy habitados por personas de distintas edades, que estudian, leen, van a talleres de manualidades (impresión, costura, etc.). Hasta vimos conciertos de música clásica para guaguas. No son bibliotecas silenciosas, si se busca alguna semejanza con Chile, nuestra Biblioteca de Santiago en Matucana sigue esta vía de ser un espacio gigante para actividades de la comunidad», resume Cabezas.

«La inclusión no se encuentra definida por la especificidad del espacio, sino por su transversalidad», acota Julia Navarro.

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